Uno mismo no se rinde...
A veces,
uno no sabe nada.
Casi siempre,
uno no sabe nada.
Y siempre
uno está intentando
entender el propio sentimiento.
Uno se da cuenta
de que no puede leer
con mecanismos cerebrales
lo que dice el corazón.
La lógica de las cosas
y la verdad de los hechos,
son ridículos testigos
de lo que no puede ser.
No debería nunca
ser más real
la distancia
que el encuentro real.
Aunque no me creas
y te parezca juego,
te aseguro que espero
el imposible encuentro.
quinta-feira, 15 de março de 2007
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